Actualmente
se están implementando medidas desde las instituciones educativas, tanto para
prevenir el acoso escolar o bullying, como para concienciar a los posibles
implicados, facilitar las denuncias, y evitar que siga manteniéndose la
conducta de acoso. Para ello, lo primero que hay que hacer es comunicar el
hecho al centro educativo para que tenga constancia de la situación y busque
una solución para cortar el círculo vicioso del acoso.
Esta
comunicación se puede realizar tanto por parte del alumno afectado o sus
padres, como incluso por los propios profesores. Para ello, algunos centros
ofrecen formación sobre cuáles son las manifestaciones o síntomas más
habituales que pueden alertar a los docentes de que en su clase se está
produciendo algún caso de acoso; aunque para evitar ser descubiertos, es
frecuente que los acosadores hostiguen a sus víctimas fuera de las
instituciones educativas para que no haya testigos, lo que dificulta la detección
del problema.
A parte de la
intervención terapéutica, tanto sobre el menor acosado como sobre el acosador,
la medida más eficaz para romper este círculo vicioso del acoso, es la
separación de acosado y acosador con un cambio de clase o de centro educativo.
Sin embargo, es fundamental realizar una intervención terapéutica sobre el
acosador, ya que si no se hace nada al respecto, buscará a otro chivo
espiratorio sobre el que iniciar una nueva cadena de abusos.
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