Las víctimas de acoso escolar suelen caracterizarse por presentar un constante aspecto contrariado, triste, deprimido o afligido, por faltar frecuentemente y tener miedo a las clases, o por tener un bajo rendimiento escolar. En el apartado físico, estas víctimas suelen somatizar en su cuerpo su problema, presentando dificultad para conciliar el sueño, dolores en el estómago, el pecho, de cabeza, náuseas y vómitos, así como llanto constante. Sin embargo, esto no quiere decir que todos los niños que presenten este cuadro estén sufriendo un acoso escolar. Antes de dar un diagnóstico al problema, es necesario investigar y observar más al niño.
Existen algunos indicadores que contribuyen a la identificación de niños y jóvenes víctimas de violencia entre iguales:
- Con frecuencia regresa del recreo con golpes o heridas.
- Constantemente demuestran apatía o tristeza.
- Provocan risas y burlas en sus compañeros de grupo cuando participan en clase o entran al salón.
- Inventan enfermedades o dolores inexistentes para evitar asistir a la escuela.
- No se concentran en la escuela ni en la casa.
- Al hablar, comienzan a tartamudear.
- Por más que se les cuestione, se niega a decir qué es lo que está ocurriendo y demuestran nerviosismo.
- Su desempeño académico disminuye notablemente.
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