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¿COMO IDENTIFICAR UN AGRESOR DEL BULLYING?


Nadie quiere que su hijo sea víctima de bullying o acoso escolar pero, ¿qué sucede cuando el acosador es nuestro hijo? En muchas ocasiones, lo más sencillo es cerrar los ojos a la realidad, pues es difícil asumir que nuestro niño es “el malo” de la película.
Sin embargo, detectar estas conductas es muy importante y no solo para evitar el daño sobre otras personas: también por el bien de nuestro propio hijo, pues detrás de este
comportamiento pueden esconderse problemas como una baja autoestima, falta de motivación e incapacidad para enfrentarse a la frustración. Estas conductas pueden repetirse en el futuro y llevar a acciones peligrosas o delictivas, por lo que es mejor identificarlas a tiempo para ayudar a nuestros hijos. “Admitir que tenemos a un acosador en casa no es plato de gusto para nadie. Por eso tratar de exculpar a nuestros hijos con frases como ‘no se ha dado cuenta’ o ‘es cosa de niños’ es un error muy frecuente”, explica Irene López Assor, directora de la Fundación Gestiona, que ha elaborado un protocolo para identificar y prevenir situaciones de acoso escolar. 
Asimismo, existen también ciertas características que pueden contribuir a identificar a los agresores:
  • Continuamente pelean con sus compañeros justificando su conducta.
  • No controlan su ira.
  • Regularmente se involucran en todo tipo de problemas.
  • Tienen comportamientos agresivos; no controlan sus impulsos.
  • Se burla de sus iguales.
  • Molestan a otros niños sin razón alguna.
  • Solucionan sus problemas usando la violencia.
  • No tienen sentimientos de culpa al argumentar que " El otro se lo merece". 





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CONSECUENCIA DEL AGRESOR.



En cuanto a los efectos del bullying sobre los propios agresores, algunos estudios indican que los ejecutores pueden encontrarse en la antesala de las conductas delictivas. También el resto de espectadores, la masa silenciosa de compañeros que, de un modo u otro, se sienten amedrentados por la violencia de la que son testigos, se sienten afectados, pudiendo provocar cierta sensación de que ningún esfuerzo vale la pena en la construcción de relaciones positivas.
Para el agresor, el bullying le dificulta la convivencia con los demás niños, le hace actuar de forma autoritaria y violenta, llegando en muchos casos a convertirse en un delincuente o criminal. Normalmente, el agresor se comporta de una forma irritada, impulsiva e intolerante. No saben perder, necesitan imponerse a través del poder, la fuerza y la amenaza, se meten en las discusiones, cogen el material del compañero sin su consentimiento, y exteriorizan constantemente una autoridad exagerada.


Pese a que no les provoca un sufrimiento directo, como ocurre con las víctimas, algunos estudios indican que los acosadores pueden encontrarse en la antesala de las conductas delictivas.
Aunque resulte paradójico, con su execrable actitud los acosadores consigue frecuentemente la aprobación y hasta la admiración de algunos de sus compañeros, lo cual les hacen reforzar sus actitudes intimidatorias al lograr, al menos momentáneamente, el éxito con las mismas.
Este patrón de comportamiento tiene las siguientes consecuencias:
  • Falta de control.
  • Actitud violenta irritable, impulsiva e intolerante.
  • Muestras de autoridad exagerada.
  • Imposición de sus puntos de vista y consecución de sus objetivos mediante la fuerza y la amenaza.
  • Relaciones sociales y familiares problemáticas.
  • Pérdida de interés por los estudios y fracaso escolar.
Las consecuencias para la masa silenciosa, los chicos y chicas que mantienen una actitud condescendiente con el acoso y pasiva ante el sufrimiento ajeno, no son tan evidentes. Sin embargo, pueden provocar en los  sujetos pasivos la  sensación o convencimiento de que no se puede o que es mejor no hacer nada frente a la injusticia, dando como resultado al afianzamiento de una personalidad temerosa, donde valores como el esfuerzo, la tolerancia o el afán de superación brillen por su ausencia.



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CONSEJOS PARA LOS PADRES DE LA VÍCTIMA DE ACOSO ESCOLAR.



En el caso de que los padres aprecien cambios en su hijo, o le noten triste o preocupado, pero todavía desconozcan la existencia de la situación de acoso, se aconseja lo siguiente:         


  •  Deben de escuchar a su hijo sin juzgarlo; si el menor viene a casa diciendo que se ha peleado o que le han pegado, no tienen que recriminarle por ello ya que, si lo hacen, la próxima vez no dirá nada. ·       
  • Es conveniente que de vez en cuando le pregunten sobre sus relaciones en la escuela, y no sólo sobre la evolución de sus calificaciones, de forma que puedan detectar si tiene alguna dificultad en sus relaciones con sus compañeros. ·      
  • Es aconsejable hablar periódicamente con el profesor o tutor del pequeño, para interesarse sobre cómo van sus estudios, pero también informarse sobre qué tal le va con el resto de sus compañeros. ·     
  •  Una vez que se detecta que algo no va bien, hay que tratar de hablar con el niño, con el tutor o con el profesor, de forma que se esclarezca la situación. Cuando ya se conoce que existe acoso, las medidas que deben adoptar los padres son: ·         
  • No minimizar ni menospreciar los percances que su hijo pueda sufrir en la escuela, pensando que es una chiquillada, o que con el tiempo se resolverá espontáneamente. ·         
  • Tratar de proteger al menor de las situaciones en donde se produzca el acoso, por ejemplo de vuelta a casa, recogiéndole a la salida de la escuela. ·      
  • Hacer que el niño se sienta cómodo, de forma que pueda comentar siempre que quiera o lo necesite, tanto lo que le pasa, como lo que le hace sentir, ya que es en este segundo aspecto donde se puede intervenir. 
  • Procurar que el pequeño no pierda el curso, ayudándole si es necesario con clases particulares, ya que ver cómo los demás progresan y él no, iría en contra de su autoestima.  
  • Llevarle a un orientador o psicólogo para que reciba ayuda terapéutica, no con la idea de que el menor tiene un trastorno psicológico, sino precisamente para evitar que lo pueda desarrollar en un futuro debido a la situación que se ve obligado a sufrir.

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EVOLUCIÓN DE LOS CASOS DE ACOSO ESCOLAR.


El objetivo de la práctica del acoso escolar es intimidar, apocar, reducir, someter, aplanar, amedrentar y consumir, emocional e intelectualmente, a la víctima, con vistas a obtener algún resultado favorable para quienes acosan o satisfacer una necesidad imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir a los demás que pueden presentar los acosadores como un patrón predominante de relación social con los demás.
En ocasiones, el niño que desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros busca, mediante el método de «ensayo-error», obtener el reconocimiento y la atención de los demás, de los que carece, llegando a aprender un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros.
Con mucha frecuencia el niño o niña que acosa a otro compañero suele estar rodeado muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se suman de manera unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima. Ello es debido a la falta de una autoridad exterior (por ejemplo, un profesor, un familiar, etc.) que imponga límites a este tipo de conductas, proyectando el acosador principal una imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores.
A menudo la violencia encuentra una forma de canalizarse socialmente, materializándose en un mecanismo conocido de regulación de grupos en crisis: el mecanismo del chivo expiatorio. Destruir al que no es seguidor, al que se resiste, al diferente, al que sobresale académicamente, al imbuido de férreos principios morales, etc.